“La pintura es poesía muda; la poesía pintura ciega”
Leonardo Da Vinci
¿No les ha pasado que en alguna ocasión van por la calle y algo los hace voltear, observarlo detenidamente y pensar tanto que buscan como capturar el momento? No encontramos las palabras para poder describir lo que vimos y en la nueva normalidad, lo hacemos a través de una fotografía en Instagram, decorado con miles de filtros para poder explicar la emoción, así como en otra situación, en un hilo en Twitter expresas tu descontento ante lo vivido en un día de por qué ocurren tantos accidentes en las horas pico ó algo sumamente ridículo por lo cual nos hayamos sentido identificados con una escena de alguna película.
Estos son seis poemas que quiero compartirles los cuales fueron inspirados por pinturas, así como artistas que decidieron que el lienzo podía ser amigo de los versos:

«The Disquieting Muses» – Sylvia Plath
«Madre, madre, ¿qué tía tan mal nacida?
¿O qué prima tan desfigurada y repulsiva
te llevó a cometer la necedad
de no invitarla a mi bautizo, al que ella
mandó en su lugar a esas señoras
con cráneos como huevos de zurcir que cabeceaban
y cabeceaban sin parar arriba y abajo,
¿A un lado y al otro de mi cuna?
Madre, tú que inventabas a nuestra medida
los cuentos de Mixie Blackshort, el heroico oso;
Tú, cuyas brujas siempre, siempre terminaban
en el horno transformadas en pan de jengibre,
me pregunto si también las veías, si decías
aquellas palabras para librarme de aquellas tres señoras
que cabeceaban por la noche alrededor de mi lecho,
sin boca, sin ojos, con el cráneo calvo y recosido.
Durante el huracán, mientras las doce ventanas
del estudio de padre se hinchaban hacia dentro
como burbujas a punto de estallar, tú nos dabas de comer
a mi hermano y a mí leche con cacao y galletas,
y nos ayudabas a los dos a corear:
«Thor está enojado: ¡Bum, bum, bum!
Thor está enojado: ¡A la porra con él!»
Pero aquellas señoras rompieron los cristales.
Cuando las compañeras del colegio bailaban
De puntillas, centelleando como cocuyos
Y cantando la canción de la luciérnaga, yo no podía
Levantar ni un pie con aquel vestido resplandeciente,
Y me quedaba a un lado, con mis pies de plomo,
En la sombra proyectada por aquellas madrinas
De tétricas cabezas, mientras tú gritabas y gritabas:
La sombra se alargaba, las luces se extinguían.
Madre, me obligaste a dar clases de piano,
alababas mis arabescos y mis trinos,
Aunque todos los profesores hallaban mi manera de tocar
Extraña, rígida, antinatural, a pesar de las muchas escalas
Y de las muchas horas que practicaba, pues no tenía
El menor oído musical, no, y era incapaz de aprender.
Pero aprendí, querida madre, aprendí en otro lugar
Y de otras maestras: de esas musas que tú no contrataste.
Un día desperté para verte, madre,
Flotando encima de mí, por el aire más azul,
En un globo verde brillante, con un millón
De flores y de petirrojos azules que jamás,
Jamás ha visto nadie en ninguna parte.
Pero el pequeño planeta desapareció de repente
Como una pompa de jabón cuando tú gritaste: «¡Ven aquí!»
Y yo volví a hacer frente a mis compañeras de viaje.
Día y noche, a los pies y a la cabecera, a ambos lados de la cama,
Las tres me vigilan vestidas con sus túnicas de piedra,
Sus rostros en blanco, como el día en que nací.
Sus sombras se alargan en el sol del ocaso
Que nunca se vuelve más brillante ni termina de ponerse.
Sí, este es el reino al que me engendraste,
Madre, Madre. Pero no voy a fruncir el ceño
Para no desvelar la relación que mantengo.

«The Starry Night» – Anne Sexton
«La ciudad no existe
salvo allí donde un árbol de pelo negro
se remonta como una mujer ahogada hasta el cielo encendido.
La ciudad está en silencio. La noche bulle con once estrellas.
¡Oh, noche estrellada! Así quisiera yo morir.
Se mueve. Todas están vivas.
Hasta la luna se hincha
en sus grilletes anaranjados
para apartar a los niños, como un dios, de su ojo.
La vieja serpiente invisible engulle las estrellas.
¡Oh, noche estrellada!
Así quisiera yo morir:
bajo la impetuosa bestia del nocturno manto,
succionada por ese dragón inmenso, para separarme
de mi vida sin bandera,
sin vientre, sin llanto».
Asimismo, los artistas han usado la escritura para reflejar por lo que creo que vale la pena explorar esa otra faceta desconocida.
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La luna de varias caras
Paul Klee
En la estación una de las lámparas
En el bosque una gota en la barba
En la montaña: que no ruede!
¡Que el cactus no le pinche!
¡Que no estornudéis!
Tiembla por tu cuerpo
mira estos espacios
─Los sueños no están tan lejos─
¿Y dónde estás tú?
¿Dónde está el lienzo
que de sueño se llena?
¿Dónde hay para el pie delicado de arena?
¿Dónde cinta de amor a la mano serena?
¿En ninguna parte ─ por todas partes?
¡No estoy aquí!
─sino incandescente entre los muertos─

[septiembre de] 1936
Pablo Picasso
Si el enternecedor recuerdo del cristal roto en su ojo no diera la hora en las campanadas que perfuman el azul tan cansado de amar del vestido que susurra que lo envuelve el sol puede en cualquier momento estallar en su mano pero esconde las garras y se duerme a la sombra que proyecta la mantis religiosa mordisqueando una hostia más si la curva que agita la canción colgada en la punta del anzuelo se enrosca y muerde en su centro el cuchillo que la seduce y colorea y el ramo de estrellas de mar grita su desamparo el pisto trágico del ballet de moscas sobre la cortina de llamas que hierve en el borde de la ventana.

Anémic Cinéma
Marcel Duchamp y Man Ray
Luna estática, eje que no perturba el movimiento.
Gira el engrane del mundo,
la forma de todas las formas
se da cita en el vaivén cíclico
que va desnudando al personaje.
Espiral que emprende su destino,
famélico obús desgastado por el tiempo.
Excavemos la exquisita éxtasis del extraño extremo,
la forma circular en donde se desarticulan las palabras.

Metamorfosis de Narciso
Salvador Dalí
Fuente de vida
de noches sin mañanas
yo puedo llegar al surtidor
donde he visto súbitamente
la imagen tan amada
que llevaba grabada
en el fondo de mis entrañas.
Yo sé dónde está
el pan de vida
tan blanco es
que cerrando los ojos
lo continuo a ver por transparencia
pan de vida
yo sé dónde está el horno
en las llamas del cual
he visto prefigurada
la imagen tan amada
de Gala tan amada
horno que las totémicas guirnaldas
le sirven de adorno.
Yo sé dónde está
en el fondo de la tierra
el bloque de mármol
donde está contenida
la imagen de Gala tan amada.
Cuatro elementos obsesionan mi Gala
aire, agua, fuego y tierra
que corresponden a mi Gala
que conocí antes de nacer.
¡Aire, aire! es el que respiro
de noche y de día
veo sin cesar la imagen de mi Gala tan amada
el recuerdo de mi Gala tan amada
donde respiro sin cesar
de noche y de día
¡el aire, el aire!
de mi Gala tan amada.
En el fondo sin mañanas
el agua se vierte sin fin
en el surtido del jardín
donde he visto detalladamente
el rostro de mi Gala
tan poco amada.
Las palabras son envueltas en el sentimiento en el cual nos encontramos, razón por la cual pueden surgir los poemarios. Una sola imagen puede generar todo este mar de enunciados uno tras otro, todo gracias a la creación etérea de otro artista.
La poesía y la pintura no están peleadas, ya que ambas desean transmitir lo mismo: emociones.
Bibliografía:
https://culturacolectiva.com/letras/poemas-que-no-sabias-estaban-inspirados-en-pinturas
Divino.Gracias!
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